El presidente Santos está poniendo la vara de exigencias al Eln y a las Farc en un punto muy bajo.

La reciente noticia en la que ambas guerrillas emitieron un comunicado conjunto, anunciando una reunión entre sus jefes y su propuesta al Gobierno de iniciar unos diálogos de paz semejantes con el Eln, fue acogida de manera casi inmediata por el Gobierno.

Un día después de la propuesta guerrillera, el presidente Santos se pronunció desde Ginebra, exigiendo la liberación de un secuestrado canadiense para empezar una mesa alterna de negociación con el Eln, generando así, con intención o no, un reconocimiento tácito a dicho grupo guerrillero.

De la misma manera como el Gobierno exige la liberación de un secuestrado extranjero, podría exigir el cese de actividades criminales, la entrega de armas, la entrega de todos los secuestrados -no de uno solo – y más.

El Gobierno puede y debe exigir más a los grupos con quien hoy negocia, de lo contrario lo que se está haciendo es reconociendo a dichas organizaciones como contrapartes legítimas a quienes poco hay que pedirles porque están al mismo nivel del Estado.

Si un ladrón roba en la calle una cartera a una señora y luego llega un policía donde el ladrón, este no entra a dialogar con quien ha roto la ley y menos a pedirle que con la sola entrega de la cartera robada, se puede entrar en una conversación para definir la situación del ladrón.

No, lo que el policía hace es imponer la ley, recuperar la cartera perdida y entregar al ladrón a la justicia para que esta cumpla su trabajo.

Esta lógica de la justicia se ha roto completamente con los diálogos de paz que el Gobierno ha emprendido, pues en lugar de exigir e imponer la justicia el Gobierno se ha puesto en la tónica de debatir con quienes la han infringido.

Muy mal se ve que el Gobierno reconozca con tanta facilidad lo que solicitan los grupos guerrilleros.

Poca confianza genera entre la ciudadanía ver cómo quien debería poner las reglas de juego no lo hace y, por el contrario, son las organizaciones guerrilleras quienes marcan la agenda en los diálogos de paz.

La vara se ha puesto en un nivel demasiado bajo, que demuestra un afán excesivo por parte del Gobierno por obtener un fin que aunque todos anhelamos, no puede ser alcanzado sin importar los medios.

Fuente: Centro de Pensamiento Primero Colombia (Colombia)