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Latin America

Opinión: “Buenas” dictaduras para malos tiempos – por José Domingo Cañas

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Imborrable la imagen del empresario conservador Sebastián Piñera, llegado a la presidencia de su país en andas de lo que fuera el pinochetismo más duro, abrazado a Raúl Castro y dirigiéndole comprensivas miradas a su pupilo Nicolás Maduro. Imborrable, pero comprensible: el olvido de la más grave crisis vivida por Chile en su bicentenaria historia ya esconde debajo de sus alfombras la devastación causada por el delirio allendista, el odio azuzado desde La Habana y Washington para mover los peones de la guerra civil, la visita del tirano caribeño llegado a sembrar la cizaña que terminó con la cosecha de cadáveres flotando río abajo sobre las turbias aguas del Mapocho, los campos de concentración y un sufrimiento apocalíptico de un pueblo aprisionado entre sus odios y sus rencores.

En Washington gobierna un mulato, algo absolutamente inimaginable hace cuarenta años en pleno Apartheid, cuando en el Cono Sur se desataran los demonios.

En Argentina manda con sesgo caudillesco una montonera, en Uruguay un tupamaro, en Bolivia un cocalero, en Brasil una guerrillera urbana. Todos en la clandestinidad hace cuarenta años, cuando Santiago se ensangrentara.

Todos crías de Fidel Castro, cuya bíblica porfía ha sido premiada con la lotería del fin de los días: haberse apropiado de Venezuela, el país más estratégico de la región y haber puesto a sus más aventajados discípulos a la cabecera de países emblemáticos.

Este cambio brutal de los poderes tiene lugar en medio de una desideologización asimismo brutal de la política, que por sorprendente que parezca ha sido consumada por los sectores más ideologizados de la política: la izquierda marxista: Lula, un trotskista confeso, Dilma, una marxista de corazón. Y todos los miembros del Foro de Sao Paulo, una cofradía de los fracasados de los sesenta que supo leer los nuevos signos de un tiempo que se enfilaba por el desprecio a las ideas y la apetencia por el comercio y el intercambio mundial.

Pero por sobre todo: la decadencia del liberalismo y la hegemonía de la progresía que ha traído de contrabando la cacareada Globalización. Que afincada tras del pobresismo ha hecho trizas todas las tradiciones y aspiraciones democráticas de una región que duerme con el monstruo caudillesco, estatólatra y socialista bajo la cama.

Sin China, un monstruo que se despereza queriendo devorarse al universo con su capitalismo imperial y su insaciable sed de petróleo, acompañada por la India con su acelerado crecimiento, llevando los precios del barril a niveles de fiebre financiera asimismo apocalíptica, Venezuela no hubiera servicio de herramienta de penetración a la injerencia castrista.

Sólo necesitó hundirse en su crisis y caer en manos de un militar inescrupuloso, carente del más elemental sentido patriótico y envanecido por la ambición de asumir el liderazgo del senil Fidel Castro.

Dinero contante y sonante y una inescrupulosidad digna del Mercader de Venecia explican que César Gaviria fuera sustituido por José Miguel Insulza, el chileno carente de escrúpulos y principios llegado a la OEA para ponerla al servicio del Foro de Sao Paulo.

Los mandatarios latinoamericanos han sido comprados directamente por el castrochavismo, como en el caso de Ortega, Correa o Morales, puestos en sus presidencias, como Lula y los Kirchner, o sobornados con jugosos acuerdos de comercio bilateral.

Venezuela pone la devastación de su aparato productivo, el hambre y el dinero: Chile la fruta y el vino, Uruguay la leche y el queso, Brasil el pollo, los huevos y Odebrecht, Argentina la carne, Nicaragua el café y las caraotas.

Y así, hasta convertirnos en ese pueblo parasitario y cataléptico, echado a los pies de la vaca petrolera, chupando de las ubres del petróleo.

Fue la imagen que aterrorizara a Arturo Uslar Pietri. Sin siquiera imaginar que no asistiría al banquete de la marginalidad por unos pocos días. Al borde de presenciarla, se lo llevó la muerte.

Borrachos de compraventa, de negociados, de enriquecimiento dolarizado, de esta suerte de bacanal que atropella toda conciencia moral, dictaduras como la venezolana pueden pasar por democracias ejemplares y sus sátrapas ser recibidos en el salón papal del Vaticano.

Son los nuevos tiempos: los de las dictaduras buenas.

Son de izquierda.

Fuente: CPPC (Colombia)

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Discussion

One comment for “Opinión: “Buenas” dictaduras para malos tiempos – por José Domingo Cañas”

  1. aquí se refleja con toda elocuencia la tragedia de Latinoamérica, que nunca saldrá de abajo a este ritmo socialistoide.

    Posted by francisco kerdel vegas | June 26, 2013, 8:48 am

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