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Colombia

Colombia: Niños violados por el conflicto armado – El Nuevo Siglo

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En Colombia, más de la mitad de las víctimas de violencia sexual asistidas por el Comité Internacional de la Cruz Roja en 2009 eran niños, advirtió la organización no gubernamental Save the Children, con sede en Westport, Connecticut, Estados Unidos.

De acuerdo con las ONG, los niños constituyen la mayoría de las víctimas de violencia sexual en muchos de los conflictos del mundo y las zonas de post-conflicto.

En el informe sobre Crímenes Atroces en Contra de los Niños, divulgado a propósito de la reunión del G8, ayer y hoy en Londres, la organización ha recopilado datos y testimonios de una serie de países afectados por conflictos en la última década, incluyendo la República Democrática del Congo, Liberia y Colombia.

Los datos fiables sobre el tema son limitados, dado a que el abuso sexual no se denuncia con frecuencia, pero en resumen, los datos recogidos en el informe indican que los niños usualmente conforman la mayoría entre las víctimas de abuso sexual en la guerra y sus secuelas.

Por ejemplo, un estudio en Liberia, que todavía se está recuperando de una  cruel guerra civil que terminó hace una década, ha encontrado que más del 80 por ciento de las víctimas de la violencia de género en 2011-12 eran menores de 17 años. Casi todas ellas fueron violadas.

Entre los testimonios recogidos de las víctimas y los testigos para el informe, Save the Children escuchó  que los niños fueron asesinados después de haber sido violados, tanto niñas como niños fueron secuestrados y maltratados por las fuerzas y grupos armados, y los niños de tan solo dos años, fueron atacados por oportunistas depredadores sexuales, incluyendo maestros, líderes religiosos, fuerzas de paz, y  miembros de la familia.

A pesar de ello, los programas para evitar que los niños sean víctimas de la violencia sexual y ayudarles a recuperarse de los ataques permanecen crónicamente subfinanciados. Las cifras globales completas más recientes, muestran que solo estaba disponible menos de una cuarta parte del presupuesto necesario para proteger a los niños y las mujeres en situaciones de emergencia, afirmó la caridad.

Justin Forsyth, jefe ejecutivo de Save the Children dijo que “es sorprendente que en las zonas de conflicto en todo el mundo, los niños estén siendo violados y abusados a un ritmo tan atroz. La violencia sexual es uno de los horrores ocultos de la guerra y el daño que da rienda suelta una vida de ruinas”.

“Incluso”, precisó, “si se recuperan de los efectos físicos de sus experiencias, muchas de las víctimas llevan las cicatrices psicológicas de su terrible experiencia por el resto de su vida, y con frecuencia son expulsados de la sociedad. A pesar de todo esto, existen enormes brechas en el financiamiento de los trabajos necesarios para proteger a los niños de estos crímenes atroces y para responder a sus necesidades”.

Crímenes atroces

La violencia sexual es uno de los crímenes más espantosos que se cometen durante los conflictos.

Nadie debería tener que soportar el dolor y la humillación que producen las violaciones y la explotación y la violencia sexuales; sin embargo, cuando la víctima de esta brutalidad es una niña o un niño, el delito es particularmente deplorable.

La prevalencia de la violencia sexual contra niñas y niños durante los conflictos es escandalosa. Según las investigaciones y la experiencia en programación de Save the Children, especialmente las niñas, aunque también los niños menores de 18 años, con frecuencia constituyen la mayoría de la población superviviente de violencia sexual en situaciones de conflicto y en países afectados por conflictos; a veces, más del 80 por ciento de aquellas personas afectadas por la violencia sexual son niñas y niños.

En los países del mundo en los que opera Save the Children: Afganistán, Colombia, Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Jordania, Líbano, Mali, Myanmar (Birmania), el Territorio Palestino Ocupado, Somalia, Sudán del Sur y Siria, y en los campos de refugiados/as, incluyendo aquellos que se encuentran en Etiopía y Kenia, miles de niñas y niños son víctimas de la violencia sexual.

Entre los posibles responsables de la violencia sexual, se incluyen los grupos armados, las pandillas y/o las fuerzas armadas gubernamentales. Las niñas y los niños también son víctimas de la violencia sexual mientras se encuentran bajo arresto, y cuando se les recluta y/o utiliza con fines sexuales por parte de las fuerzas armadas y grupos armados.

Pueden convertirse en “propiedad” de uno o más combatientes, proporcionándoles servicios sexuales o desempeñando el papel de “esposas”.

No obstante, en períodos bélicos, los actos de violencia sexual también son cometidos por miembros de la familia, personas de la comunidad, otros/as niños/as, profesores/as, líderes religiosos/as o miembros de las fuerzas de pacificación y personal humanitario; es decir, gente confiable de todo tipo.

En los países en que las mujeres y las niñas están altamente discriminadas, las niñas pequeñas son quienes se encuentran en mayor peligro. Este grupo está especialmente expuesto no sólo a altos índices de violaciones, sino también a matrimonios a edad temprana o forzados, y a embarazos no deseados.

Aunque es un problema menos patente, la violencia sexual contra los niños también es común. Tanto las niñas como los niños a menudo se resisten a denunciar los delitos debido al estigma social y el miedo a las represalias.

Durante situaciones post conflicto, la población infantil también sufre continuamente altos niveles de violencia sexual ya que son víctimas de violaciones, incluyendo abuso sexual, explotación sexual y trata de personas.

El impacto de la violencia sexual en la infancia es catastrófico, tanto de tipo físico, como psicológico y social. Las niñas y los niños que han sido víctimas de la violencia sexual con frecuencia quedan con graves lesiones físicas, que pueden resultar particularmente graves debido a que sus cuerpos en crecimiento no se encuentran completamente desarrollados.

El daño en sus sistemas reproductivos puede provocarles incontinencia e infertilidad; además, puede condenarles a sufrir hemorragias y dolores durante toda la vida. La infancia corre alto riesgo de contraer infecciones de transmisión sexual, como sífilis, gonorrea y VIH. Por otro lado, las niñas que quedan embarazadas tienen posibilidades de sufrir complicaciones durante el parto que pueden causar la muerte; con frecuencia se ven obligadas a abandonar la escuela y pueden sufrir exclusión y estigmatización social.

Con el G8

Se denomina G8 al grupo de países industrializados cuyo peso político, económico y militar es muy relevante a escala global: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia.

Según Save the Children, en 2013 se presentará una oportunidad histórica para cambiar la actitud del mundo frente a la violencia sexual en situaciones de conflicto: durante el período en que lidera el G8, el Gobierno británico (en concreto, el ministro de Asuntos Exteriores, William Hague) se ha comprometido a priorizar el problema de la violencia sexual en situaciones de conflicto. Hague definió la violencia sexual en situaciones de conflicto como “el comercio de esclavos de nuestra generación”: un problema complejo que antes se consideraba sin solución, pero que finalmente ha sido abordado con la ayuda de la acción internacional conjunta.

No obstante, existe el peligro de que incluso con este positivo liderazgo, perdamos la oportunidad de lograr verdaderos adelantos sobre el terreno, a menos que abordemos los desafíos específicos que enfrentan las niñas y los niños. Por esta razón, hacemos un llamado a los países del G8 para que tomen las siguientes medidas:

1

Situar la infancia en el centro de la acción internacional en materia de violencia sexual en situaciones de conflicto.

A pesar de que la población infantil, y especialmente las niñas, a menudo constituye la mayoría de la población superviviente de la violencia sexual en situaciones de conflicto, sus necesidades específicas con demasiada frecuencia no son atendidas. Con el fin de asegurar que esto no ocurra, estamos haciendo un llamado a los países del G8 para que sitúen a las niñas y los niños en el centro de la acción internacional en materia de violencia sexual en situaciones de conflicto.

2

Financiar la protección de las niñas y los niños, así como la prevención de la violencia.

A pesar de la creciente atención internacional hacia el problema de la violencia sexual en situaciones de conflicto, continúa existiendo una grave escasez de financiamiento y prioridad política dirigidos a la prevención y respuesta en materia de violencia sexual (y de otras preocupaciones relacionadas con la protección) sobre el terreno en países afectados por conflictos. Nuestro análisis indica que, por ejemplo, en 2011 sólo se satisfizo el 22 por ciento de las necesidades de financiamiento humanitario para el sector de la protección. Este aspecto debería considerarse esencial –no optativo– y recibir el mismo nivel de prioridad que otros sectores, como la alimentación, el refugio y el agua.

3

Poner fin a la impunidad de los actos de violencia sexual contra niñas y niños.

En los contextos en que la autoridad estatal ha caído debido a un conflicto, las leyes ya no se cumplen y los grupos de combatientes y civiles pueden cometer actos de violencia sexual, normalmente con completa impunidad. Los juicios por violencia sexual en países afectados por conflictos no son considerados prioridad ni a nivel internacional ni nacional, y las personas supervivientes se enfrentan con muchos obstáculos al exigir rendición de cuentas.

Los países del G8 deberían ejercer la mayor presión que sea posible sobre los Gobiernos y/o grupos armados para que cumplan con sus obligaciones conforme a las leyes internacionales humanitarias y de derechos humanos, acabando con todo acto de violación y otros tipos de violencia sexual, así como con el reclutamiento o utilización de niñas y niños, y asegurándose de que se lleven a juicio a las personas responsables; ratificando el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI); y fortaleciendo las leyes y políticas nacionales relacionadas con la violación y la violencia sexual, y asegurando que el derecho penal internacional, tal como se codifica en el Estatuto de Roma, sea incorporado en el derecho nacional. Los países del G8 también deberían apoyar los esfuerzos dirigidos a documentar la violencia sexual; por ejemplo, poniendo a disposición personal especializado de investigación, con el fin de asegurar la rendición de cuentas.

4

Asegurar que la ONU cuente con el mandato, la capacidad y los recursos para desempeñar su rol en la protección de las niñas y los niños frente a la violencia sexual.

Las fuerzas de pacificación de la ONU, por ejemplo, deben tener un mandato claramente definido para proporcionar una protección eficaz a la población civil; además, deben priorizar la protección y la defensa de los derechos infantiles. El Reino Unido actualmente dirige el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en materia de protección de civiles y, por lo tanto, ahora cuenta con una oportunidad única de influencia.

Fuente: El Nuevo Siglo (Colombia)

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