A pesar de los avances legales, la trata sigue haciendo estragos. Las víctimas son, en su mayoría, mujeres pobres atraídas por falsas ofertas de trabajo. Redes, corrupción y complicidad del poder.

La trata de personas es uno de los delitos más siniestros y lucrativos del mundo, orquestado por redes criminales que operan dentro y fuera de las fronteras nacionales. Consiste en la captación y el traslado de personas con fines de explotación sexual o laboral mediante amenaza, engaño o uso de la fuerza, y es considerada como la esclavitud del siglo XXI. Por eso, la comunidad mundial ha instaurado el 23 de septiembre como “Día Internacional contra la Explotación Sexual y el Tráfico de Personas”.

Las víctimas son, en su mayoría, mujeres de bajos recursos atraídas por falsas ofertas de trabajo. Según la Organización Internacional para las Migraciones, en Argentina el reclutamiento de las víctimas se da principalmente en las provincias del Norte, como Misiones, Corrientes, Chaco y Formosa, mientras que los destinos más recurrentes son las provincias de Buenos Aires, Córdoba, La Pampa, Chubut y Santa Cruz.

A pesar de que la Argentina ha ratificado todos los convenios internacionales de lucha contra la trata, la situación sigue siendo compleja. “Todavía no logramos que se trabaje seriamente y en profundidad para llegar a los cabecillas del tráfico de personas”, asegura Mabel Bianco, presidenta de FEIM. El demorado juicio por la desaparición de Marita Verón hace más de diez años en Tucumán es prueba de ello y, según Bianco, “desnuda la convivencia entre sectores de gobierno, las fuerzas de seguridad y los traficantes”.

El último avance en materia legal fue la sanción en 2008 de la Ley 26.364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas. Sin embargo, esta ley despertó objeciones de las organizaciones sociales pues establece que toda mujer mayor de 18 años debe demostrar su no consentimiento para la explotación. “Es importante que se actualice esta ley. Pero lo que pedimos, más allá de eso, es que el gobierno identifique seriamente a los traficantes. La corrupción en los poderes del Estado es la mayor dificultad”, concluye Bianco.

Fuente: El Clarin (Argentina)