Milton Friedman, quien este 31 de julio habría cumplido 100 años, es uno de los economistas más cuestionados en nuestro País, pero principalmente porque no se conocen sus ideas. Se le identifica con un autoritarismo que nunca compartió.

Friedman obtuvo el Premio Nobel de Economía de 1976 por su trabajo sobre la influencia del dinero en circulación en la inflación. El “monetarismo” fue criticado por economistas y políticos “progresistas” porque impulsaba un combate contra la inflación. Se le contrastaba con las tesis de John Maynard Keynes, quien proponía utilizar el gasto público para incrementar la actividad económica en tiempos de crisis.

Más que una ideología, sin embargo, el monetarismo es un instrumento que surge del conocimiento de cómo funciona la economía. El propio Friedman señaló, por ejemplo, que la Reserva Federal de los Estados Unidos “fue en buena medida responsable de haber convertido una recesión normal… en una gran catástrofe” al permitir “una declinación en la cantidad de dinero en circulación en una tercera parte de 1929 a 1933.

La evidencia de la relación entre dinero y precios se hizo tan clara con el trabajo de Friedman que incluso los regímenes comunistas adoptaron políticas monetaristas. Su objetivo era combatir la inflación, aunque la falta de libertades económicas, también señalada por Friedman, provocó los problemas que habrían de llevar al colapso de sus economías.

Ahora bien, no sólo en economía defendió Friedman la libertad. Si bien fue muy influyente en el Gobierno estadounidense de Ronald Reagan, él mismo decía que su mayor orgullo entonces era haber contribuido a eliminar la conscripción militar. Ningún Estado, decía, tiene derecho a obligar a nadie a servir en un ejército.

La propuesta del bono —o voucher— educativo fue también muy importante. Friedman consideraba inaceptable que los estudiantes de familias pobres tuvieran que acudir a escuelas públicas de baja calidad. Su propuesta era que el erario entregara el dinero para educación pública directamente a las familias y no a las escuelas o a las burocracias, para que los interesados escogieran la institución —pública o privada— en que quisieran estudiar.

Friedman también propuso la despenalización de las drogas y la prostitución. El Estado, señaló, no tiene por qué prohibir conductas personales que no dañan a terceros. Estas propuestas no fueron bien vistas en los círculos conservadores con los que se ha tratado de relacionar a Friedman.

No se oponía Friedman al uso de fondos públicos para apoyar a los más pobres, pero sí proponía hacerlo de forma eficiente. En lugar del welfare, que beneficia más a los burócratas que a los pobres, sugirió un “impuesto sobre la renta negativo” que daría dinero a quienes ganaran menos de cierta cantidad.

Se ha vinculado falsamente a Friedman con el gobierno autoritario de Augusto Pinochet en Chile. Friedman estuvo efectivamente en Chile en 1975, invitado por un grupo privado, y dio una conferencia sobre la libertad en que advirtió acerca de los problemas de las dictaduras militares. Se encontró con Pinochet en una ocasión. Nunca fue su asesor, aunque sí le envío una carta proponiendo cambios en su política económica. Posteriormente varios graduados de la Universidad de Chicago participaron en el gobierno de Pinochet y ayudaron a darle la vuelta a la economía en crisis. Sus políticas generaron un crecimiento sostenido de varias décadas que los gobiernos democráticos han modificado en lo fundamental.

A 100 años de su nacimiento hay que recordar a Friedman, pero como realmente fue, un liberal, y no como la caricatura que se hizo de él.

RECHAZADOS

Alrededor de mil rechazados marcharon ayer en protesta y pidieron lugares en las universidades. La gran pregunta es, sin embargo, si vale la pena seguir llenando las escuelas en un momento en que los graduados no encuentran trabajo en su campo de especialidad.

* Sergio Sarmiento es periodista y analista político/comentarista de televisión.

Fuente: El Imparcial (Mexico)