Algunos analistas aseguran que el presidente Santos se está pareciendo mucho a Pastrana.

Otros apuntan que aunque son parecidos, Santos es más vivo que Pastrana. Y los más osados aseguran que Juan Manuel Santos y Andrés Pastrana son igualitos. Lo cierto es que todos coinciden en hacer el mismo parangón.

Y así se diga que las comparaciones son odiosas, en ocasiones, como esta, se tornan obligatorias de concebir, porque el gobierno de Santos está reviviendo muchas cosas de ingrata recordación que en el pasado ocurrieron en Colombia, justamente en el cuatrienio de Pastrana.

Porque, sin caer en consideraciones personales (vanidades y frivolidades) encontramos que las coincidencias son abundantes. Inclusive, hay afinidades de cuna, ambos (Pastrana y Santos) provienen de familias bogotanas aristocráticas. Uno y otro transitaron por el periodismo aprovechando los medios que el poder familiar les concedió. Los dos se apartaron de sus partidos de origen (conservador y liberal) en busca del “sol que más alumbraba” para la época de buscar su elección. Y los hechos prueban que ninguno tenía en la mira la Presidencia para gobernar sino como un pergamino de colgar al lado del de sus antepasados.

Una vez Pastrana llegó a la Presidencia sometió al país al riesgo más grande que hasta ese momento había ocurrido: sentarse a negociar un “acuerdo de paz” con las Farc, a cualquier precio. Hoy los efectos y secuelas de esa amarga experiencia hacen parte de la historia triste de Colombia; porque durante ese período la guerrilla se fortaleció y se burló del gobierno y de la nación. Por su parte, Santos no ha ocultado la obsesiva intención de sentarse con las Farc a sellar un “acuerdo de papel”, al precio que sea. Y los hechos indican que tiene la paz en un segundo plano frente al deseo personal por hacerse la foto con los cabecillas del grupo terrorista. Igual que Pastrana.

Además, como los dos (Pastrana y Santos) se creen peces en al agua en el jet set internacional, convirtieron la Presidencia en la mejor excusa para satisfacer uno de sus egos: viajar por el mundo como reyezuelos. Y aunque en su momento los viajes de Pastrana agitaron al país por su cantidad (60), Santos lo supera con creces porque antes de cumplir dos años de mandato está cerca de las 60 salidas al exterior, entre visitas oficiales, de turismo y sociales.

En cuanto al estilo de gobierno (trivialidades y anuncios mediáticos) el de Santos lleva el “sello Pastrana” en su gabinete. Además de él haber sido ministro de Pastrana, nombró a Echeverri (ex director de Planeación de Pastrana), a Rodado (ex presidente de Ecopetrol de Pastrana) y a Restrepo (también ex ministro de Pastrana). Sin contabilizar otras “cuotas pastranistas” en distintas instancias del Estado.

Entonces, si la creencia en la rencarnación, aquella que alude a la existencia de un espíritu que aparece en otro cuerpo, ha estado presente en el mundo desde la antigüedad; en este caso preocupa que en la actualidad en Colombia estemos ante la rencarnación del peor presidente de la historia.

Ah, son tan grandes las similitudes entre los personajes que hasta las encuestas de opinión los igualan: la imagen de Pastrana comenzó por las nubes, y terminó muy mal.

Fuente: El Espectador (Colombia)