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Cuba

Cuba: Sangre joven para el cambio – por Daniel Lozano

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Son isleños, van a contramano de los Castro y buscan abrirse al mundo, desde adentro. Viven en el laberinto entre la vieja Cuba y la que hoy quiere emerger de sus cenizas económicas. Diez historias de rebeldes con una causa: transformar a su país.

LA HABANA.- Raúl Castro habla en el cónclave del Partido Comunista. “Compañeros, una Cuba mejor se ve venir en el horizonte.” Un guajiro (hombre de campo) lo escucha en su televisor, y como no conoce el significado de la palabra horizonte, la busca en el diccionario: límite visual de la superficie terrestre al que nunca se llega. “Oye, chico -se ufana el guajiro-. ¡Ahora ya entiendo qué quiso decir el presidente!”

Los chistes cubanos ironizan de forma descarnada sobre sí mismos. Pero gracias a estas pequeñas radiografías sociales, la vida pasa mejor. Incluso ahora, cuando la revolución de los hermanos Castro propone una batería de cambios económicos para intentar salvar a Cuba de la quiebra. LNR viajó al nuevo laberinto cubano de la mano de diez personajes que forman parte de esta flamante sociedad que quiere resurgir de sus cenizas económicas. Ellos son el rostro del cambio.

Un cambio que comienza en el cine, otrora plataforma de críticas y aperturas. Sumido en un letargo de varios lustros, el celuloide cubano lucha por transformarse y volver a ser lo que fue. Juan de los Muertos, el bombazo cinematográfico del año, ha iniciado el despegue. “Somos dos supervivientes de todos los desastres de la revolución, un Quijote y un Sancho que se convierten en la salvación de la patria”, relata a modo de sinopsis Jorge Molina, coprotagonista de una película donde la Plaza de la Revolución se siembra de cadáveres y donde el emblemático rascacielos Focsa se derrumba como si fuera una torre gemela. “Es la primera vez que algo así ocurre en el cine cubano: dos pícaros marginales, dos buscavidas de la calle que nada tienen que ver con el nuevo hombre soñado por Fidel y el Che, se transforman en los dos grandes protagonistas de una historia”, explica el Sancho Molina.

Este ejercicio cinematográfico delirante, en el que los zombies invaden la isla desde la base de Guantánamo, se ha vendido a medio mundo y se ha convertido en objeto de culto local. Aclamada en diciembre durante el Festival de Cine de La Habana, donde incluso provocó desórdenes públicos para acceder a las salas que la exhibían, sufre ahora un boicot de silencio: el gobierno se niega a estrenarla. Los puestos de DVD piratas ofertan copias de muy mala calidad. La Habana espera el estreno del film mientras los burócratas apuestan al olvido, como tantas veces.

Jorge Molina, actor y cineasta de culto, inventó el cine gore a la caribeña con su primer largometraje, Molina’s Ferozz, mezclando sangre y sexo en una versión extrema de Caperucita Roja. El director más bizarro del país ya prepara su próximo film, una mixtura de Lolita (Nabokov), de El ángel exterminador (Buñuel), y El inquilino (Polanksi). Sólo falta un empujón de sus productores españoles. “El cine oficial cubano está muerto y enterrado. Pero existe un cine alternativo, donde se están haciendo cosas muy interesantes”, sentencia.

En una escena del film más esperado de los últimos años, el matazombies Juan de los Muertos saca pecho entre sus compañeros: “Soy un superviviente de la guerra de Angola, del Mariel y del Período Especial (diez años de crash económico y depresión social que comenzaron con la caída de la Unión Soviética). Y de la cosa esta que vino después.” Una clara alusión a la etapa que vive la Cuba de 2012, con la miniapertura capitalista emprendida por Raúl Castro.

“Se impone trabajar con orden y disciplina para hacer realidad las reformas económicas y dejar el lastre de la vieja mentalidad”, resumió Raúl Castro durante el cierre de la conferencia del Partido Comunista, celebrada a fines de enero. El presidente cubano ya lo había adelantado: estamos al borde del precipicio. Y para salvar a una Cuba atrasada, empobrecida y endeudada no quedaba otro remedio que emprender las reformas económicas, que algunos analistas han comparado con las iniciadas por China en los 80.

Año y medio después de las primeras leyes, 350.000 cubanos han puesto en marcha miles de micronegocios, con tantos ánimos como limitaciones e incertidumbres. El gobierno también ha repartido tierras que no producían entre pequeños agricultores. Todo ello como contrapeso al despido de 1.300.000 empleados públicos (el 25% de la mano de obra) a los que el Estado ya no puede sostener tras el fracaso de su economía soviética.

Cuando atraviesas la puerta de un viejo palacete en el corazón del Vedado, próximo a la esquina de las calles J y 15, te golpea la nueva Habana, esa que se quiere levantar de entre los escombros. Incluso el fotógrafo, habanero de pies y boca, se pregunta si se ha equivocado de ciudad. Luces psicodélicas, obras de arte, techos altísimos, música house y un bar de medianoche, tan íntimo que te arrastra a hablar de la vida y del amor. Y, sobre todo, un restaurante de lujo rebosante de delicatessen en una ciudad que hace mucho tiempo olvidó la buena gastronomía. Estamos en el paladar (restaurante privado) más cool de la capital. El creador de Le Chansonnier, un negocio valiente, se llama Héctor Higuera. Es uno de esos emprendedores que está empeñado en marcar una nueva época en la isla. “Ha llegado el momento”, afirma convencido.

El paladar de Héctor nació a la grande, una aventura equinoccial en el nuevo laberinto de las aperturas económicas. Cientos de pequeñas cafeterías o puestos de comida se han lanzado a la misma batalla con otras pretensiones. Entre todos han cambiado la fisonomía de la ciudad. En estos negocios se permite la figura del asalariado, prohibida durante décadas. Como en El Duende, un modesto local de la Calle 26, en las antípodas de Le Chansonnier. “La ley marca que nuestros empleados, al menos, ganen un 20% más que el sueldo mínimo establecido en el municipio”, explica su encargado, siempre atareado buscando suministros, “nuestro mayor problema”. Un bocadito de queso y un batido de frutas cuestan U$ 0,75.

Los salarios constituyen uno de los grandes talones de Aquiles del cubano, siempre por debajo de los 20 dólares en los empleos públicos. Sueldos insuficientes para resolver las necesidades básicas, lo que obliga a resolver cada uno como puede, la mayor parte de las veces con actividades ilegales o clandestinas. Las aperturas económicas, que permiten comprar y vender viviendas y autos, y una larga lista de actividades capitalistas, han llevado más dinero a la calle. Pero todavía es insuficiente: la mayor parte se concentra en pocas manos. También hay talleres para reparar autos o para lavarlos, incluso taxistas privados que utilizan sus almendrones (viejos coches americanos) como transporte colectivo a 10 pesos cubanos (U$0,40). En resumen, la pelea constante entre la nueva y la vieja Cuba.

La llamada actualización del sistema socialista provoca contrastes extraordinarios. Mientras boutiques de lujo venden Nike, Adidas o Gucci a precio de oro, viejos escaparates exhiben ropas de otro siglo que nadie quiere. Entre esa estética soviética siguen destacando los grandes carteles que vociferan los logros del sistema. “Defendiendo mi barrio, defendiendo el socialismo”, parece decir Fidel Castro en la avenida Boyeros, muy cerca del aeropuerto. Tras reconocer en una entrevista que “el modelo cubano ya no nos funciona ni a nosotros”, el gran líder de la revolución reaparece en contadas ocasiones, escribiendo sus largas reflexiones sobre holocaustos nucleares o recibiendo visitas de mandatarios extranjeros.

En una de sus últimas apariciones televisivas, junto al papa Benedicto XVI, dejó al mundo boquiabierto. “¿Para qué sirve un papa?”, preguntó el líder revolucionario a Ratzinger, que se esmeró en dar una respuesta de lo más evangelizadora. El deterioro físico del héroe de Sierra Maestra sorprendió a los corresponsales desplazados hasta Cuba para la histórica visita del Santo Padre.

Mientras se producía la entrevista, Danilo Maldonado apuraba sus últimas horas en una celda de La Habana. La policía política lo había detenido para evitar una de sus operaciones rebeldes durante la visita papal. Le tienen pánico al poder de su aerosol. Por algo El Sexto, su nombre de guerra, es el grafitero más conocido de La Habana, uno de esos rebeldes que no se conforma con que los cambios sean sólo económicos. Para este proscrito del arte urbano, la vida es un juego donde se apuesta muy fuerte. Sus mensajes son profundos, a veces desgarradores, pero llenos de humor y de sátira, incluido su nombre: “Elegí El Sexto para ridiculizar la campaña de los Cinco (los cinco agentes cubanos presos en EE.UU. por espionaje, convertidos en héroes por el gobierno castrista)”.

Estamos en una vivienda abandonada junto a la famosa Quinta Avenida habanera para reproducir, por primera vez, su bandera cubana, el símbolo de una nueva generación. En ella, el rojo representa la sangre derramada de los luchadores de la libertad; el blanco, a los mambises (héroes de la independencia) de hoy, como las Damas de Blanco; y los lazos azules retratan las generaciones que van quedando atrás en busca de la estrella de la libertad, que ya está libre del triángulo que la encerraba.

Todo un alegato para este joven, cuyo primer grafiti, hace cuatro años, se lo rayaron. “Me habían escuchado. ¡Había que seguir!” Y desde entonces, de pared en pared, se ha convertido en el Pepe Grillo de los sprays, tan difíciles de conseguir en La Habana. Un aerosol que no deja de gritar, pese a detenciones y amenazas. Su firma recorre toda la ciudad. Algunas duran tres o cuatro días, otras las borran en menos de media hora. Incluso la lleva tatuada en el brazo. Un hombre la reconoce. “¿Tú eres El Sexto?”?, pregunta acercándose ante la sorpresa de los allí congregados. “Mis respetos, hermano.”

Aldo Rodríguez también dibuja sobre su cuerpo: “El rap es guerra y traición es muerte”. No son adornos en sus brazos, son sus poemas de vida. Aldo es el líder de Los Aldeanos, un fenómeno social idolatrado en casi todos los rincones de la isla gracias al poder de su hip-hop. Los revolucionarios de la revolución, como algunos los llaman, han centrado sus rimas urbanas “en la vida de la gente”. Verso a verso, golpe a golpe, han tejido un ideario que parece no tener fin: “Parar de hacer justicia con mi poesía no puedo”, confiesan en Un secretico. Estamos en la azotea de su edificio, en el Nuevo Vedado. La Habana a sus pies. Y no es una metáfora.

Su popularidad y sus letras (“A veces sueño que es un sueño esta triste realidad, hasta despierto busco la manera de soñar y así lo haremos hasta que también violen este derecho”) asustaron al gobierno, que les ha prohibido realizar conciertos: “Nos cerraron las puertas y se tragaron las llaves”.

El rapero subversivo prepara su viaje a Los Angeles para grabar un nuevo disco. Pero él sí quiere volver. Otros miles de jóvenes sólo sueñan con irse y tirar las llaves. Son la mayoría silenciosa. Por algo Cuba se ha transformado en uno de los países más viejos del continente. Sólo en 2011, 38.165 cubanos se fueron legalmente de la isla. Pero muchos miles se quedaron en el extranjero aprovechando cualquier circunstancia: una beca, un congreso o una invitación.

O un torneo de fútbol, como la centrocampista Yisel Rodríguez (22 años) y la delantera Yizenia Gallardo (20), titulares de la selección femenina. Su historia ya ha sido contada miles de veces durante medio siglo. Aprovechando un campeonato de la Concacaf en Vancouver, abandonaron su hotel una medianoche de enero, evitando la seguridad cubana y con su documento de identidad escondido en el zapato. En taxi llegaron hasta la frontera con EE.UU. Ahora una vive en Houston, la otra en Miami. Ambas tienen ofertas para seguir su carrera profesional.

“Yo construí mi viejo Facebook particular a mano, con fotografías y recortes”, explica Yoani Sánchez, la famosa bloguera convertida en la principal disidente del país. “Al graduarnos en Filología en 2000, éramos 22 licenciados. Hoy sólo quedamos tres en esta Cuba medio cadáver, medio difunta, medio posmortem”, se lamenta.

Desde su atalaya de Generación Y, la ciberrebelde insiste en que todavía no ha llegado el momento de contar lo bella que está la tarde, hay otras urgencias. “Ya hablaremos del sol, ahora a narrar la penumbra”, asegura en su apartamento de Nuevo Vedado, desde el que se divisa la Plaza de la Revolución, el centro del poder que critica con sus crónicas de la cotidianidad desde 2007. “Vienen tiempos difíciles”, vaticina mientras celebra el quinto aniversario de su irrupción digital.

Si el cambio fuera un poema de la Premio Cervantes Dulce María Loynaz, y se pudiera medir como ella hizo con el amor, una punta, la del Gobierno, estaría en la montaña. La otra, la rebelde, clavada en el viento.

Todos se van, escribió Wendy Guerra. “Y yo también estoy a punto”, confiesa Adrián Monzón, que parece que se ha escapado de una comuna amish. Le gusta jugar al despiste o tal vez sea un disfraz. Pero este artista multimedia es una de las mentes más avanzadas de la cultura cubana: ha dedicado parte de su vida a ir más allá. Pionero de la música electrónica en el país de la trova y la salsa, se lanzó a la aventura de reunir a todos los músicos de la isla en una plataforma digital. Así nació Talento Cubano.

“Queremos hacer el mapa de todos los músicos cubanos, el país está lleno de talento. Aquí caben todos los cubanos que se atrevan a decir que son músicos. Que sea el público el que tire tomates o flores.” Y comenzaron los viajes por la isla, “a lo loco, tocando puertas, preguntando”, a la caza y captura de gente desconocida, como el dúo Janet y Quincoso, de Villa Clara, “que me fascinan, cantan trova como los dioses”. O la Banda Rumbatá, de Camagüey, rumba genial. Incluido AlailloStyle, de Santiago de Cuba, “un poeta rapero con influencias haitianas”. El canal de YouTube de Talento Cubano alberga más de 300 videos con los músicos de toda la isla.

Muchos proyectos, pero una esperanza sobre todos ellos: “No quiero para Sofía (su hija de un año) ni mi niñez ni mi adolescencia”. Todos se van…

El viaje de Karen Rivero fue interior. Ahora emerge sobre las entrañas de Insomnio, una de sus obras más complejas, que condensa “todo lo creativo que puede surgir de tu imaginación en una noche de desvelo”. Esta ilustradora y diseñadora gráfica apostó muy fuerte por su pasión de siempre y se embarcó en la aventura de la vida en La Habana. Ahora ilustra libros, cuentos infantiles, carteles de películas y camisetas.

Como tantos miles de cubanos de su generación, creció entre referencias soviéticas (los muñequitos?-dibujos animados-) “hasta que al aterrizar en la Escuela de Diseño de La Habana… sufrí una revolución total”. Y sonríe: “¡Uf, qué frase más trillada!” Desde entonces no ha parado de crear: exposiciones colectivas, finalista en varios premios de España y Corea del Sur, vestuario para obras de teatro. Sus ilustraciones son buscadas por reconocidos cuentistas infantiles: La fábula de Puck, Pablo en la luna con las musarañas.? Y como también se puede soñar con carteles (como el que pintó para la película Vedado), le gustaría uno para su isla en el que quepan todos los colores?.

En el país de los piropos, Yarisleisy Bauta es la reina. Uno en cada esquina. “¡Cuidado! El sol derrite los bombones”, se escucha, de lo más comedido. Estamos en un palacete olvidado cerca del Malecón. Yarita, como todos la llaman, posa sin problemas: es su trabajo. Se retuerce frente a una reja oxidada o se impone en medio de un salón decadente, que hace más de medio siglo reunía a parte de la burguesía local. “Comencé a los 5 años, posando frente a mi espejo. Desde entonces quería ser modelo. Mi madre me apuntó a una escuela”, recuerda. Muchos años de esfuerzo, gimnasio y régimen severo hasta que hace dos años fue fichada por La Maison, la casa principal de la moda en Cuba.

Su cuerpo interminable y sus facciones, que mezclan sangre china y cubana, la han lanzado a la cumbre local de la moda en un país de escasos diseñadores y donde por 16 pasarelas recibe un salario mensual de 30 dólares. Ha tenido ofertas desde París, pero problemitas con la visa impidieron el viaje.

¿Y el sueño de Rolando? Desde hace meses captura en un documental las locuras cinéfilas de una decena de personajes que no se pierden, desde hace décadas, un estreno en la ciudad. Militante católico y asiduo a la iglesia inaugurada por la Madre Teresa de Calcuta en la capital cubana, Rolando Enrique Fernández recuerda cada detalle de la primera visita papal, cuando en 1998 Juan Pablo II llenó de esperanzas a la isla con la famosa frase Que Cuba se abra al mundo, que el mundo se abra a Cuba. Los templos se reabrieron entonces para los católicos y, ahora, tras la reciente visita de Benedicto XVI, se ha confirmado el extraño matrimonio de conveniencias entre la Iglesia y el castrismo. Este especialista de cine se ha hecho a sí mismo en la órbita de la Iglesia, gracias a los cursos y seminarios impartidos por el Arzobispado habanero: guiones, cine y radio.

Las paredes de su casa están tan desconchadas como las calles de La Habana. Su cuerpo, tan flaco que parece hijo del Período Especial, contrasta con el culto a los músculos que vive la capital. Muchas horas de gimnasio, anabolizantes e incluso inyecciones de aceite de cacahuete para los militantes de la tendencia del momento. Todo vale para lucir cuerpo metrosexual en la selva urbana de la Cuba de hoy.

Rolando vive muy cerca de G, la Avenida de los Presidentes, que todos los fines de semana se convierte en un desfile de las tribus urbanas habaneras: reggaetoneros, metaleros, emos y skaters. El gurú de estos últimos, los amos del patín, se llama Che Alejandro y es el pionero de los tatuajes en Cuba. “Aquí hay mucho talento que sufre con el aislamiento”, explica en su estudio, donde no para de hacer tatuajes a todas horas.

Lo que más sorprende de Che es su humildad. El famoso cubanocentrismo (egocentrismo que sitúa al cubano en el centro del mundo) ha encontrado su antítesis. “Soy un freak cubano con aspiraciones, alguien al que todo le da igual. Me molesta mucho la gente que se la cree”, explica sin alzar nunca la voz. En su estudio, cerca de la Plaza de la Revolución, ha perpetrado su pequeña subversión a base de tatuajes. Che comenzó surfeando y aprendió a tatuar en el cuerpo de sus compañeros de olas. Ahora prosigue con sus dibujos cuando pintarse el cuerpo se ha convertido en una moda. Eso sí, ya nadie se tatúa al Che Guevara. “A la gente le gustan mis personajes de cómic, también los tribales o las invenciones propias. Como en el resto de los países, Cuba sueña con vivir también ese mundo moderno de hoy”, apostilla el tatuador.

Che también ha organizado exhibiciones en Cuba. “Estos encuentros nos sirven para saber qué están haciendo los demás. El cubano está como loco por formar parte del mundo globalizado. Si hay unas botas que se ponen de moda, los cubanos se asarán de calor en pleno agosto para lucirlas.”

Así es el laberinto entre la vieja Cuba y la que quiere emerger de sus propias cenizas. Nuevos tiempos marcados por viejos miedos. Miedos ya relatados por Virgilio Piñera, gloria de la poesía cubana, perseguido en los albores de la revolución por su homosexualidad y castigado con el ostracismo. “Los que meten miedo” y “los que tienen miedo”. Así dividía Piñera su asfixiante mundo en la obra teatral Dos viejos pánicos.

Este 2012, año de los cambios, se celebra el centenario de su nacimiento con distintos homenajes, aprovechando las pequeñas ventanas abiertas por el sistema. En su pieza teatral, premiada por la Casa de América pero no estrenada durante décadas, uno de sus personajes, predecesor existencial del matazombies Juan, lo decía bien alto y bien claro para todo aquel que quisiera escucharlo: “Los muertos no temen a las consecuencias”. Viejas palabras de poeta vigentes todavía en la nueva Cuba de 2012.

DANILO MALDONADO, EL SEXTO

La Habana, 28 años

QUE grafitero y activista artístico. También diseña volantes que reparte por toda la ciudad.

OBRA su firma (El Sexto, más la estrella de la libertad) recorre las calles de la capital cubana desde hace cuatro años.

POR QUE es uno de los rebeldes más perseguidos por la policía, fue otro de los detenidos durante la estancia papal en La Habana.

OTROS lleva tatuado en el pecho el rostro de Laura Pollán, líder de las Damas de Blanco, fallecida en 2011.

ALDO RODRÍGUEZ

La Habana, 28 años

QUE rapero, líder de Los Aldeanos, el dúo de hip-hop más seguido de la isla desde hace cuatro años.

OBRA álbumes como Baby Bello Don Perfecto Guerreros de la tinta El atropello se venden como pan caliente en los puestos callejeros de todo el país.

POR QUE sus letras sociales y de protesta ante la realidad cubana lo han enfrentado con el gobierno de los Castro.

OTROS ha construido un estudio en su apartamento del Nuevo Vedado habanero, donde edita con el lema todos para uno, uno para todos a la tribu rapera local, incluido Silvito el Libre, el hijo rebelde del mítico cantautor Silvio Rodríguez.

ROLANDO ENRIQUE FERNÁNDEZ

La Habana, 39 años

QUE especialista en cine y documentalista.

OBRA rueda el documental Locos por el cine, un viaje al mundo de las filias y fobias de un grupo de personajes unidos por su pasión por el cine.

POR QUE pretende estrenar su obra en la Muestra de Jóvenes Realizadores de 2013, un hervidero de nuevos creadores, muchos críticos con el sistema.

OTROS también fue proyeccionista en un cine de la capital habanera.

YOANI SÁNCHEZ

La Habana, 36 años

QUE filóloga y bloguera rebelde.

OBRA autora del blog Generación Y (www.desdecuba.com/generaciony) y twittera con 250.000 seguidores.

POR QUE se ha convertido en la más poderosa voz discrepante contra la dictadura castrista.

OTROS acaba de celebrar el quinto aniversario de su blog, con el que ha ganado más de una decena de premios internacionales, como el Ortega y Gasset.

JORGE MOLINA

Palma Soriano, 45 años

QUE cineasta y actor protagonista de Juan de los Muertos . Nominado al Premio Caricato como mejor actor del año.

OBRA serie de documentales titulados con su apellido y el largometraje Molina’s Ferozz.

POR QUE enfant terrible del cine cubano, el más gore de sus directores.

OTROS su blog http://www.molinatron.blogspot.com es de lo más irreverente del cine cubano.

HÉCTOR HIGUERA

San Miguel de Padrón, 38 años

QUE creador gastronómico.

OBRA Le Chansonnier, el paladar (restaurante privado) estrella de las noches habaneras.

POR QUE ha concitado la atención de diplomáticos y de los adinerados locales, que acuden a cenar a su restaurante, tanto por sus delicatessen como por el ambiente cool.

OTROS la instalación del artista Damián Aquiles es una de las nuevas joyas en el magnífico palacete donde reside el restaurante.

KAREN RIVERA

Ciego de Avila, 32 años

QUE ilustradora y diseñadora gráfica.

OBRA ilustraciones en libros infantiles como La fábula de Puck, de Felicita Rodríguez, y Pablo en la luna con las musarañas.

POR QUE ha creado su propio estilo partiendo de las clásicas señas de identidad de la ilustración clásica cubana.

OTROS también inventa carteles cinematográficos y estampa camisetas.

YARISLEISY BAUTA

Holguín, 20 años

QUE modelo.

OBRA es una de las estrella de La Maison, la casa de la moda de La Habana.

POR QUE luchó contra viento y marea para sobresalir en un trabajo imposible en ese país.

OTROS también hizo campañas publicitarias y sesiones fotográficas para realizadores extranjeros.

ADRIÁN MONZÓN

La Habana, 31 años

QUE artista newsmedia, video-DJ, organizador de conciertos y creador del espacio Talento Cubano en la Web

OBRA ideó el sitio http://talentocubano.net

POR QUE fue el organizador del mítico Festival de Rotilla, que chocó en diversas ocasiones con el gobierno.

OTROS su tesis universitaria, El brujo online, fue la primera multimedia en la historia de la casa de altos estudios cubana.

CHE ALEJANDRO

Manzanillo, 39 años

QUE tatuador, pionero en La Habana.

OBRA sus tatoos están muy ligados al universo del cómic.

POR QUE es uno de los gurús de las incipientes tribus urbanas habaneras, sobre todo de los skaters.

OTROS sueña con en el registro cubano del creador y con el acceso a nuevos materiales, tan difíciles de conseguir en un país donde hacerse un tatuaje cuesta entre 10 y 15 dólares.

Fuente: La Nacion (Argentina)

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