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Colombia

Colombia: El señuelo de la desigualdad – por Noel Carrascal Ph.D.

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Medios de comunicación tradicionales usan especulaciones y señuelos para introducir su agenda mamerta en los lectores. Noticias como las de las chuzadas, rabietas de Uribe, traiciones de Santos, prostitución en la cumbre, pérdida de soberanía en el Caribe, negociaciones con las FARC distraen las audiencias de una realidad compleja con la que sus aliados sedientos de poder van empujando una agenda de dominación y sometimiento de dictámenes socialistas. Uno de esos temas complejos introducidos entre señuelos que poco se cuestionan críticamente es el de la desigualdad de ingresos.

Dictaduras se han establecido con el discurso de la desigualdad y rara vez se lee un artículo que refute que la desigualdad es una injusticia; por estar reaccionando a las cortinas de humo de Obama, Chávez, Córdoba, Kirchner y Petro, las audiencias se dejan embutir el sometimiento socialista inadvertidamente. Es importante darle prioridad a estos temas de gran escala en la blogosfera para que la gente no caiga víctima de la carreta.

No se puede negar que hay desigualdad, mas esta no es producto de lo que algunos politiqueros aseguran poder curar con populismo, progresismo o socialismo. El fracaso de este discurso para erradicar la desigualdad refuerza la noción de desigualdad, y termina creando un mecanismo de retroalimentación que disminuye la desigualdad sin sacar a la gente de la miseria.

Y como la eliminación de la desigualdad solo se ha observado en países donde la extrema pobreza se reparte equitativamente, es importante hacer énfasis en como la desigualdad —contrario a lo que medios, políticos y socialistas argumentan— es algo que va de mano en mano con mejores niveles de vida para la gente en general.

Actualmente se vitupera al 1% de la población más pudiente y eso debe parar. Un detallado análisis de quiénes y por qué son los más ricos demuestra que esta demonización de los más ricos es injusta.

Sociedades inequitativas tienden a dar oportunidad a quien esté dispuesto a sacrificarse por una meta, un sueño y un mejor futuro. Eso no tiene nada de malo y en cambio es la medida más justa de una sociedad próspera, feliz y armoniosa. Estudios muestran que la desigualdad no es producto de una injusticia social sino de una sociedad que remunera justamente a quienes trabajan obsesivamente, especializan sus conocimientos, ahorran dinero disciplinadamente, generan empleo y traen riqueza al país de inversiones foráneas.

Entre quienes forman el 1% más afluente se encuentran personas dotadas de habilidades enriquecedoras que están en demanda. La revista Fortune denomina el enriquecimiento de estos virtuoso como el  Yo-Yo Ma efecto, nombre basado en el violonchelista del mismo nombre. En el siglo XVI y principios del XVII por ejemplo, ser un violonchelista superdotado no haría a alguien más rico que un siervo de rey o aristócrata. Las libertades actuales permiten al músico Yo-Yo Ma enriquecerse desmesuradamente contribuyendo a las desigualdades en ingresos pues la demanda por sus habilidades le genera entradas altísimas. Este efecto de los superdotados se ven también en Paul McCartney, en Messi, en expertos en negocios y mercados. Estos admirables individuos son tesoros para sus países en lugar de malvados billonarios.

También hay que erradicar la noción de que los ricos se llevan su dinero a su casa y esconden sus ganancias de la sociedad. Esos dineros generalmente son administrados por instituciones financieras que buscan invertirlos en negocios que generan empresas y empleos. La libertad de poder distribuir el bienestar de esa riqueza entre la población por medio de la inversión privada ha causado desigualdad, al mismo tiempo que ha generado oportunidad para que muchas personas salgan de la pobreza.

Los números respaldan la generación de prosperidad en sociedades desiguales. En 1986 en los Estados Unidos, 5.6% de la contribución en impuestos del 1% más afluente provino de sus negocios y no de salarios. Con reducciones de impuestos a las corporaciones, el porcentaje de ingresos provenientes de negocios del 1% se elevo al 19% en el 2007. Esto se debió a la reducción de impuestos por sacar dinero de un negocio para invertir en otro, en lugar de reportarlo en declaraciones de renta, lo que distribuyó y generó más riqueza al mismo tiempo que generó más desigualdad de la buena.

Otros datos que sugieren que la desigualdad no es una injusticia se pueden obtener del porcentaje del producto interno bruto (PIB) al que contribuyen el afortunado 1%  de la población. En los Estados Unidos se colecta 16.1% del PIB en impuestos por salarios, del cual el 10% más rico contribuye con casi la mitad de ese porcentaje. En contraste, Francia tiene impuestos más altos que colectan 24.3% del PIB por salarios, de los que el 10% de los más ricos pagan solo 6.8% del total del PIB. En Suecia se colecta 28.5% del PIB en puestos por salarios y el 10% más rico solo contribuye con 7.6% del PIB. Los que sugiere que en países de corte más socialista, la carga de manutención del Estado recae en mayor medida en la clase media que en la clase alta, y es injustamente más pesada.

Tasas de impuestos más bajas favorecen la creación de oportunidades por parte de la clase media. El motor de riqueza de los Estados Unidos proviene de gente de la clase media que se lanzan a la creación de empresas que generan riqueza. La prosperidad de esta clase media ha generado millonarios que agrandan las desigualdades, pero que enriquecen el país, mejoran los niveles de vida de sus ciudadanos y alivianan la carga de manutencion del Estado a la clase media. Algunos de los millonarios más exitosos se convierten en filántropos que dedican sus riquezas a los más necesitados, como el gran aventajado en ingresos, Bill Gates.

No todos los millonarios que se desigualan de las clases de menores ingresos merecen ser defendidos pues algunos lo hacen con trampas. Es hora de diferenciar a las personas que hacen su dinero honestamente de los oligarcas, por ejemplo, que lo hacen a costa de todos con acceso a oportunidades por sus conexiones con el gobierno. Ejemplos de este tipo de oligarquía son más aberrantes en países como Rusia y Argentina, donde personas cercanas a los presidentes son favorecidas injustamente.

En Argentina, la generación de algunos nuevos ricos se hace sin merito y al dedo. Nestor Kirchner escogió al banquero Enrique Eskenazi para que adquiriera 25% de petróleos argentinos (YPF) con casi cero de cuota inicial y con préstamos respaldados por la compañía española Repsol. Esta compañía recientemente perdió su participación en petróleos argentinos después de descubrir millonarios yacimientos de gas natural.

Este tipo de testaferros que se enriquecen injustamente se deben distinguir de quienes se enriquecen con el producto de sus habilidades, trabajo honesto e ingenio. Este tipo de testaferros frecuentemente pagan favores con contribuciones a políticos de corte socialista. Ejemplos como los billonarios George Soros o Warren Buffet reciben favores en forma de información de políticos para hacer más dinero, y a cambio de contribuciones a sus campañas. El enriquecimiento por cercanías al gobierno es mucho más común y deshonesto en países que promueven la agenda de odio contra los ricos honestos. En Colombia hay muchos de estos ricos tramposos que generalmente pasan desapercibidos tras el señuelo del discurso populista y sin fundamentos de la desigualdad de ingresos.

Fuente: Atrabilioso (Colombia)

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