Es cierto que nuestra imagen de fragilidad, en algunos casos como un cristal, no revela la garra y la entereza que nos caracteriza. Somos capaces de tener una familia y sacarla adelante. Sea con un pequeño negocio, una empresa, que puede pasar por un taller automotriz hasta un gabinete de belleza. No podemos negarlo: tenemos el don de que con una sola papa podemos alimentar a una familia entera, lo que nos convierte en grandes administradoras. Hacemos que el tiempo se divida, entre el trabajo y la familia; que el sueldo se estire desde nuestro aporte económico en el hogar, hasta que nos rinda para el tinte y la manicura inclusive. Ni que decir de nuestro corazón, este alcanza para todos; los que lo merecen y los que no.

Este 8 de marzo será distinto. El número uno de nuestro país nos da el mejor regalo de todos. Qué mejor día, que el “Día Internacional de la Mujer” para que convoque a nuestros hijos, esposos, maridos, hermanos, padres, tíos, amigos con y sin derecho (ecuatorianos todos) a enfrentarnos; no importa si estás a favor o en contra. (¿Será que le urge saber con cuantos mismo, es que cuenta?). En todo caso, cuando las mujeres estamos felices y próximas a celebrar nuestro día del calendario (pues el día de la mujer deben ser todos los días), recibimos un nuevo “golpe” magnánimo. Quienes nos sentimos mujeres, deberíamos protestar enérgicamente, para ver si así nos escucha. No encontró otro día, que el 8 de marzo, para convocarnos a las calles. Eso sí, habrá quienes estén en veredas distintas y quienes estén en la mitad de la calle.

Varias veces, me he preguntado: ¿será que tiene algo contra nosotras? No importa si somos jóvenes o adultas, gordas o flacas, indígenas o coloradas, ex colaboradoras, las que piensan igual o las que piensan en contra; abogadas, doctoras, periodistas. Aun recuerdo su “gordita horrorosa”, su énfasis discriminatorio en el “coloradita pelucona”, y la mejor de todas: que desde que entramos las mujeres a la vida pública,”más que favorecer a la democracia”, hemos “favorecido a la farra”.

Quién no recuerda el látigo verbal, usualmente sabatino, con micrófono agarrado, contra Janeth, Martha, Lourdes, Leonor, Cintia, Monica, Betty, etc.. Es realmente deprimente que quien debe ser ejemplo de estadista, quien debe ser el que llame al diálogo y encuentre el consenso, es quien convoque a la violencia.

Lo cierto es, que este día de la mujer promete ser distinto. Causa pena el no tener una imagen propiamente femenina, que represente la paz, la sensatez, y ecuanimidad, cualidades especiales de nuestro género. A lo mejor la causa de tanto desenfreno, es el haber abolido el rol “icónico” de la Primera Dama.

Confieso un profundo dolor uterino, al recordar el 30-S; no quiero ni pensar en un 08-M, (meses que por “coincidencia”, son los mismos que los ataques terroristas septiembre y marzo).

Fuente: La Republica (Ecuador)

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