Debemos aplicar las normas de Responsabilidad Social  a Doug Tompkins por honestidad, transparencia y preocupación por la gente.

El progreso mejora vidas. Proporciona un mejor tecnología, más limpia y eficiente en cuanto a energía. Reduce la pobreza y mejora las condiciones laborales, la salud, la alimentación, los estándares de vida y la igualdad social. Genera ingresos para pagar a empleados, iglesias e impuestos, apoyar programas de gobierno y proteger el medio ambiente.

Las personas que participan en estas empresas deberían entregar productos y servicios de calidad, a precios justos, para crear empleo y satisfacer las necesidades de la gente. Deberían ser honestos y éticos en sus tratos con sus clientes, empleados, vecinos y reguladores; transparentes en sus tratos con los demás; y responsables de sus errores. Ése es el significado de responsabilidad social corporativa.

Responsabilidad Social también significa ofrecer al cliente productos y energía confiable y accesible, con una contaminación mínima para que las personas puedan cocinar, calefaccionar sus hogares, viajar y trabajar.

El multimillonario Doug Tompkins no concuerda con esto. Se hizo rico a través de la manufacturación y los negocios globales, confeccionando ropa costosa en grandes fabricas a partir de algodón orgánico, petroquímicos y metales que requería para su producción más tierra, agua, extracción minera, perforaciones petroleras y electricidad. Es un capitalista e industrialista que sacó partido de la tecnología moderna y la economía mundial para enriquecerse.

Pero ahora que es un millonario, Tompkins se ha convertido en un líder del movimiento de Ecología Profunda, que sostiene que el mundo enfrenta un apocalipsis ambiental. Ahora se opone a la tecnología moderna, a la energía, al desarrollo económico y a los negocios globales para Chile. Ahora afirma que los negocios, el desarrollo, el consumismo, el uso de combustibles fósiles y la energía económica no son sustentables. Ahora dice que provocarán un catastrófico cambio climático y el colapso de los ecosistemas.

Piensa que para él está bien viajar por el mundo, tener varias casas y disfrutar una vida muy cómoda. Pero no está bien que Chile se desarrolle más, genere más electricidad y asegure un mayor progreso y oportunidad para su gente.

Su Deep Ecology Foundation y otras fundaciones estadounidenses donan millones de dólares cada año a grupos ambientalistas para oponerse a HidroAysén, otros proyectos de electricidad y desarrollo en Chile. También compraron tierras en Chile y señalan  que es  para “preservar los ecosistemas y los bancos genéticos”. En realidad es  para crear áreas para que ellos frenen el desarrollo del su austral de Chile,  bloquear los caminos  norte-sur en Chiloe Continental (Patagonia) , las líneas de transmisión de energía eléctrica, la industria del salmón, el desarrollo económico y la verdadera igualdad social en Chile.

Todas las fundaciones y grupos activistas son corporaciones. Deberían operar según las normas  de Responsabilidad Social  que ellos exigen para las corporaciones con fines de lucro. Pero Tompkins y sus corporaciones creen que deberían regirse por diferentes normas.

Creen que se les debería permitir exagerar o malinterpretar la ciencia, usar historias aterradoras que no se basan en hechos científicos, y no ser honestos sobre lo que están haciendo. No ven la necesidad de ser transparente sobre quién está pagando cuánto a quién, para oponerse a la electricidad y al progreso económico. Se puede acceder a los balances de las empresas que promueven proyectos en Chile, pero los balances de las ONGs que los atacan, no están en línea, y eso hace surgir las dudas de que intereses representan.

Creen que tienen el derecho a dictar sobre el futuro de Chile, a impedir que las familias alcancen sus sueños económicos y a reducir los ingresos del gobierno y los estándares de vida de las personas evitando un nuevo desarrollo.

En Uganda, Ghana, Sudáfrica y otros países pobres –donde 95% de las personas nunca han tenido electricidad o sólo la tienen por algunas horas a la semana- los mismos grupos ambientalistas y sus aliados bloquean el desarrollo de la electricidad, impiden el uso de insecticidas que podrían salvar millones de vidas de la malaria y se oponen a las semillas modernas y la agricultura que podrían reducir la desnutrición y salvar más vidas.

Estas fundaciones y grupos ambientalistas creen que no deberían ser responsabilizados de sus acciones deshonestas y poco éticas o el daño que provocan al empleo, la salud y las vidas de las personas en esos países.

Esto es inmoral. Es ecoimperialismo y colonialismo ambientalista.

Cada país debería tener el derecho a decidir sobre su propio futuro, basado en la ciencia fáctica y la economía y después de conversaciones y debates abiertos y honestos que consideren todas las opciones posibles, los riesgos económicos y ambientales y beneficios de cada alternativa y los deseos de su gente.

Con demasiada frecuencia, grupos ambientalistas bien financiados obstruyen este proceso, tergiversan los hechos, impiden el progreso, reducen las alternativas y oportunidades y dañan la salud y estándares de vida de familias y comunidades.

Chile fue bendecido con magníficos ecosistemas, recursos naturales y gente inteligente y trabajadora. Puede tener un próspero futuro y preservar su magnífico medio ambiente. No debe sacrificar su futuro en el altar de la Ecología Profunda.

* Paul Driessen es asesor en jefe de políticas para el Committee For A Constructive Tomorrow, investigador Atlas Foundation,  y autor de Ecoimperialismo. Poder Verde, peste negra.

Fuente: HACER