// you’re reading...

Colombia

Colombia: Y después de Cano ¿Qué? – por Miguel Andrés Fierro Pinto

Compartir esta publicación:

Con mucho entusiasmo y gran ilusión, el pueblo de Colombia recibió la noticia acerca de la baja del número uno de las FARC, Guillermo León Sáenz alias “Alfonso Cano”. Este importante suceso, se debe a muchos sacrificios por parte de los héroes más valientes de nuestra historia republicana. No fueron pocos los soldados y policías que murieron  víctimas de una mina anti persona, cruce de fuego enemigo ó por las inclemencias meteorológicas de la zona que favorecieron al enemigo. Sin duda alguna, la cuota de sacrificio es bastante alta y gracias a ella el país tiene grandes expectativas acerca del final de las FARC.

Indiscutiblemente la baja de este temible narco terrorista es un golpe muy fuerte, quizá el golpe más fuerte a las FARC y esperado por parte de la sociedad colombiana. La consumación de los objetivos de alto valor por parte de nuestra Fuerza Pública a las FARC, desvirtúa la hipótesis  de quienes sostenían hace algunos años, que la Fuerza Pública sabía dónde estaban los cabecillas de las FARC, pero no procedía de conformidad  a neutralizarlos porque no les convenía darlos de baja;  ya que “la guerra es un negocio”   y al eliminar al enemigo, no se podría seguir devengando  de una nómina  en un alto gasto de defensa  para el Estado.  Las Fuerzas Militares de Colombia y de Policía, han demostrado firmeza, honor y gloria, siempre y cuando   haya voluntad política por parte de la Jefatura de Estado y que ésta no le de concesiones a los terroristas  que limitan la misión constitucional de las Fuerzas Armadas.

Gracias a los éxitos de la política de seguridad democrática, vemos que las FARC hoy día  son una organización de alta descomposición operativa, pero con eficacia composición política en la legalidad.  La descomposición operativa de las FARC, la vemos en que su capacidad de hacer daño, de operar, hoy día no es la misma que la bondad de los gobiernos que antecedieron a Álvaro Uribe Vélez. Hoy debemos unas FARC incomunicadas, con enormes dificultades de subsistencia en la selva y con un músculo reducido de militantes, gracias a la desmovilización y bajas que el Estado colombiano ha logrado. Las FARC no tienen cabal funcionamiento para ejercer mando, ello quedó comprobado en la Operación Jaque, en la que la inteligencia militar penetró sus comunicaciones y en muchas circunstancias más que le hacen difícil a las FARC comunicarse  con todas sus estructuras, tentáculos, tanto en la ilegalidad como en la legalidad.

Las comunicaciones le funcionan a las FARC cuando hay un periodista promotor del pensamiento del terrorismo, que usa su máscara de comunicador social para fungir como civil y así lograr inmunidad al ser un bien protegido por el Derecho Internacional Humanitario.  De lo contrario, las FARC están completamente incomunicadas para reproducir sus declaraciones. Esta limitación no aplica para quienes  están hospedados en la República Bolivariana de Venezuela, en donde las comodidades son bastantes.   Estamos hablando puntualmente de Iván Márquez y Timochenko, quienes junto con otros de sus compinches han usado a la hermana Venezuela como su trinchera, con el beneplácito de Hugo.

Precisamente en la llanura venezolana, están los beneficiarios del régimen y en ellos reside el poder de las FARC y la sucesión  de mando que ha dejado la baja del detestable de Alfonso Cano.  Según muchos analistas y el mismo portal que reproduce el pensamiento de las FARC, (ANNCOL), han manifestado que Luciano Marín, alias Iván Márquez  asumiría como Comandante en Jefe de las FARC.  Iván Márquez es un fiel profesor con su propia vida de la combinación de todas las formas de lucha, ha ostentado cargos en el Estado, fue Representante a la Cámara y se ha desempeñado como instrumento fundamental en la estructura de las FARC al diseñar las relaciones públicas necesarias para legitimar su temible organización. Iván Márquez como comandante del Bloque Caribe de las FARC, ha  tenido a  cargo, junto con el extinto Raúl Reyes, la cancillería de las FARC ante onegés nacionales e internacionales y  gobiernos afectos a su lucha terrorista como el del país donde se refugia clandestinamente.

Con Iván Márquez las cosas no cambiarán de manera notoria. Las FARC seguirán apelando a su guerra de guerrillas, poco podrán efectuar por el control territorial por las carencias que les dejó la política de seguridad democrática.

La estrategia de defensa nacional, ahora mira otros objetivos de alto valor, como los mencionados: Iván Márquez, Timochenko,  más Pablo Catatumbo, Pastor Alape y Joaquín Gómez. No hay que dejar a un lado a figuras que no son del secretariado como Marcos  Calarcá, Rodrigo Granda.

Toda acción del Estado colombiano, dentro del marco constitucional y legal, siempre será legítima. Pero lo que no hay que olvidar cómo desvirtuar el gran patrimonio, la gran riqueza que las FARC lograron tejer en el nefasto proceso de paz del Caguán: El Plan Estratégico.  Es precisamente El Plan Estratégico el componente comunicacional y de relaciones públicas diverso en varios frentes de trabajo, en el cual las FARC han edificado su hoja de ruta para sobrevivir al asedio militar al que el Estado colombiano las ha sometido. Dentro de este nefasto plan, se consagran importantes disposiciones para sobrevivir en el escenario político y a su vez obtener victorias cuya confrontación no sea de carácter bélico como la guerra jurídica, donde con siniestros constructos logran convertir a un ejemplar héroe militar en un villano en un violador patológico de derechos humanos y; derrotar al Estado colombiano ante la comunidad internacional. La mejor muestra de este costurero, es la guerra a la que fue sometida la administración Uribe para la aprobación del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos. Sin lugar a dudas, esta confrontación político-diplomática, benefició enormemente a las FARC ya que en escenarios internacionales, se llegó a considerar si al Estado colombiano le asistía legitimidad ante el “negro panorama en la protección de los DDHH”.

Aunque la baja de Cano fortalece  al gobierno actual, el cual merece ser receptor de los aplausos, no sin antes dárselos a nuestros héroes que siempre le ponen el pecho a las balas, hay que reconocer que los lunares a la política de seguridad del gobierno Santos, son evidentes y hay que seguir rediseñando  la estrategia de seguridad para no perder soberanía en ningún kilómetro cuadrado de nuestra geografía y proteger a los colombianos porque   las FARC y el ELN no van a deponer su voluntad de lucha ni van a ir camino a un masiva desmovilización desde el punto de vista de las directrices o caminos que adopte el seno del Secretariado. Las FARC por medio de sus estafetas en la legalidad o de los terroristas disfrazados de civiles, seguirán expresando que si no hay un proceso político que permita los acuerdos y las concertaciones, en el cual ellas deben ser protagonistas con iniciativa y promoviendo la distensión del conflicto,  no dejarán la lucha armada.

Es obvio que no estamos cerca a un final de las FARC, dado que el negocio del narcotráfico tiene muy feliz a sus comandantes de todos los niveles, tampoco quieren un proceso de sometimiento a la justicia en donde confiesen todos sus interminables  crímenes y logren reparar a las víctimas que no son pocas, para así contribuir en una verdad, una justicia y reparación con estándares de garantías de no repetición que permita aspirar a una reconciliación nacional. La palabra reconciliación nacional, es algo que promueve la izquierda para ocupar espacio en la vida política del país, pero a la vez es algo que erosionan prontamente, al instituir la guerra jurídica y política por medio de venganzas sistemáticas para obtener lo que las armas y la democracia no les permitió. Hay cientos de ejemplos por toda Latinoamérica de ello, pero para no ir tan lejos, basta con ver las injustas condenas para los altos oficiales que salvaron la democracia en la recuperación del Palacio de Justicia, como el Coronel Luis Alfonso Plazas Vega.

Por lo pronto, hay que insistirle y recordarle al gobierno que no deje morir la defensa nacional por medio de nuestra Fuerza Pública que es altamente competente para salvaguardar al pueblo de Colombia y potenciar una generosa política de desmovilización que dejó el gobierno anterior. Así nos quieran meter el diálogo como engaño, el binomio Fuerzas Armadas, Pueblo, debe prevalecer.

* Miguel Andrés Fierro Pinto es fundador y Presidente de la Fundación Un Millón de Voces en Bogota, Colombia.

Fuente: HACER

(Total: 380 - Today: 1 )

Discussion

No comments for “Colombia: Y después de Cano ¿Qué? – por Miguel Andrés Fierro Pinto”

Post a comment

Connect to HACER.ORG

FB Group

RECOMMENDED BOOKS

Support HACER today!

HACER is a tax-exempt organization under Section 501 (c)(3) of the Internal Revenue Code, our supporters will find their donations to be tax-deductible. Donate online now!