“El capitalismo popular le dará a la gente el poder y la propiedad”
“Se mete profundo y plantea la desmitificación de certidumbres arraigadas. Una: “No creo en el cuento del chinchorro y la mano extendida para comerse el cambur. Yo recorro Venezuela y la gente tiene la convicción de ganarse lo suyo con su propio esfuerzo”. Otra: “Se plantea una nueva alianza entre empresarios y trabajadores, absolutamente hermanados en los intereses de unos y otros. Así superamos el mito de la confrontación y del Estado en el medio generando disrupción”. Pero hay más.
–Cuando se habla de Capitalismo Popular es inevitable pensar en Margaret Thatcher, quien no sólo lo invocó como doctrina, sino que lo aplicó durante su gobierno. ¿Te inspiras en ese ejemplo?
-La Venezuela del 2011 es muy distinta a la Inglaterra de entonces. Por generaciones los venezolanos hemos buscado un modelo de sociedad con libertad e igualdad de oportunidades, justicia y prosperidad. Pero no lo hemos tenido nunca. En los últimos 100 años nuestros gobiernos fueron rentistas, populistas y centralistas, características exacerbadas en las últimas décadas. Este es el momento para hacerle al país un planteamiento de ruptura. El capitalismo popular es la unión entre la eficiencia del mercado y su capacidad de generar bienes y servicios. Todo desde una dimensión ética, profundamente humana y sin exclusiones.
-Ese fue el planteamiento de la Thatcher.
-Es muy distinto el contexto. Estamos en una Venezuela sometida a la destrucción institucional, moral y de nuestra capacidad productiva. Algo sin precedentes. El responsable es un régimen que intenta dividir, confrontar y empobrecer a la sociedad para permanecer en el poder. Cuando dicen que el Socialismo del Siglo XXI quiere a los pobres, yo respondo que sí. Nos necesita pobres para generar dependencia. Como contrapartida, el Capitalismo Popular pone en el centro al individuo y a la familia, no al Estado. Queremos un país de propietarios, una sociedad de emprendedores, dramáticamente opuesto al modelo actual. Es un choque de valores porque ha llegado el momento de llamar las cosas por su nombre. No se trata de combatir el populismo con más populismo, ni de cambiarle el apellido al socialismo.
–Ese cambio de paradigma, ¿cómo se concreta?
-El Capitalismo Popular es el derecho de los pobres a dejar de serlo. Es una clase media en expansión, próspera, pujante, con espíritu de superación y la posibilidad de ofrecerle a sus hijos más y mejores oportunidades. Es el Estado al servicio del ciudadano y no el ciudadano al servicio del Estado
-Si no en la práctica, al menos en el discurso, aquí se predica una vida con estrecheces porque “es malo ser rico” y el capitalismo es una tara a ser erradicada. ¿No caló profundo ese discurso?
-Al contrario. Por eso hago mi propuesta, convencida de que, además de ser verdad, es el modelo que nos permitirá el éxito electoral y superar el horror y la destrucción cometidos en nombre del Socialismo del Siglo XXI. Cuando hablo con los quiosqueros del municipio Sucre o los vendedores de café de Barquisimeto, les veo brillar los ojos cuando dicen que quieren ser emprendedores. Lo que necesitan es apoyo, una mano que los guíe. Pero cuando hablas con personas de la clase media te dicen que nuestra prédica no será comprendida por los sectores populares. Hemos caído en el chantaje de pensar que la crítica de 13 años a este mecanismo de mercado caló, aunque en el fondo no sea así.
-¿Les pasa lo mismo de la clase media a otros precandidatos de oposición?
-Hay sectores clase media según los cuales yo no puedo conectarme con los sectores populares porque hablo de libertad, progreso, trabajo, productividad, propiedad. Además de mi perfil y trayectoria. Olvidan que en las primarias para la Asamblea perdí en el Colegio San Ignacio y en Los Chorros, pero gané en el barrio La Lucha y en Santa Cruz del Este.
–¿No hay precandidatos de oposición que piensan como esos sectores de clase media?
-Hay que preguntárselo a ellos. Hablan de socialismo porque creen en ese planteamiento o porque piensan que no es políticamente correcto llamar las cosas por su nombre.
–Si un gobierno de la presidenta Machado privatiza empresas del Estado, ¿incluiría a Pdvsa?
-Pdvsa debe competir como empresa pública en el mercado local, así como lo hace internacionalmente. Pero hay que abrir la inversión petrolera a los privados. Hoy en día los únicos que no pueden invertir en esa actividad son los venezolanos. A las empresas internacionales se les permite. Venezuela produce 0.5% de sus reservas, que representan 92% de las de América Latina, una quinta parte del petróleo del mundo. Tenemos crudo para 200 años, pero mucho antes puede encontrarse un sustituto y esa riqueza se quedaría en el subsuelo. Aumentemos, entonces, la producción y eliminemos la volatilidad de los precios. Nosotros proponemos tres instancias: un ministerio que fije las políticas energéticas, un ente regulador de la actividad, y un Consejo Nacional de Energía que alimente las decisiones.
-¿Podrían los venezolanos, adquirir acciones en la estatal Pdvsa?
-Pueden adquirir acciones en muchas otras empresas del sector petrolero.
-Pero no en Pdvsa.
-Pdvsa debe convertirse, primero, en una empresa eficiente y productiva. Eso tomará tiempo por el proceso de destrucción y desmoralización al cual ha sido sometida. Pero el mercado de valores es un espacio maravilloso para la inversión en petróleo.
-En todo caso, habrá una ola de reprivatizaciones.
-Habrá una ola de inversiones y de creación de nuevas empresas. Hay algunas cuya administración estatal no se justifica porque, además, las hacen quebrar. En los últimos 10 años han cerrado unas 107 mil. Debemos invertir el proceso para generar empleo productivo. Eso implica reducir el cerco a la propiedad privada y establecer incentivos. En Venezuela la creación de una empresa lleva 141 días, en Chile siete. También estimularemos la inversión extranjera. El nuestro es el único país, junto con Haití, que tuvo inversión extranjera negativa el año pasado.
-Esa revolución del capitalismo privatizador (aquí hay capitalismo de Estado) tiene su lado oscuro: el surgimiento de monopolios, la explotación de los asalariados y la carencia de un código de ética.
-Oye, pero tienes ese puñal metido hasta el fondo.
-Esa es la crítica a propuestas como la tuya.
-Yo te hablé de la unión de la fuerza del capital con valores humanos. La confianza en el individuo, en ti mismo, en el otro. La libertad de elegir tu destino, el respeto, la responsabilidad con el país. Esa dimensión ética es, así lo creo, una revolución. La humanidad busca desesperadamente un modelo que armonice eficiencia con ética. Los indignados que trancan las calles en Europa buscan lo mismo que las mujeres que trancan la autopista regional del centro. Un modelo de inclusión.
-Los indignados luchan contra la avaricia de los banqueros.
-Exacto. Es la concentración del poder en unas pocas manos. El capitalismo popular es llevarle la propiedad y el poder a toda una sociedad que sea independiente, autónoma
-El capitalismo, con el apellido que le pongas, tiende a la acumulación de capital. Y si obtienes beneficios, querrás cada vez más y en ese punto surgen las diferencias entre quienes pueden tenerlo todo y quienes no pueden.
-Cuando concentras todo el poder y la propiedad (bajo el mote de colectivo) en el Estado, al final nadie tiene nada. Y eso ocurre en Venezuela. Necesitamos un Estado que haga cumplir las reglas del juego. Yo creo en la reducción de los controles, pero también en la necesidad de conservar aquellos dirigidos a regular monopolios, públicos o privados, y a garantizar la calidad de bienes y servicios. Cuando tú vas a un mercado y encuentra un solo puesto de venta de queso, te clavan en precios y en calidad. Lo saben las amas de casa mejor que nadie y eso se acaba con la existencia de múltiples opciones.
-Hay gente que no está preparada para competir.
-Sectores en extrema vulnerabilidad que no pueden insertarse en la dinámica de crecimiento y progreso. Madres solteras, niños, jóvenes y ancianos abandonados. Obviamente habrá programas para esta población. Pero no para mantener la dependencia hacia el Estado, sino para dotarlos de herramientas que los hagan libres.
-El Capitalismo Popular implica la privatización de empresas del Estado y la participación accionaria de los particulares en la propiedad de esas empresas. ¿Piensas aplicar ese modelo?
-Para mi la propiedad es una sola. Lo tuyo es tuyo y nadie te lo puede quitar. En Venezuela el Estado, además de ostentar el poder económico y político, ha sido la gran maquinaria social. Así ha generado dependencia y clientelismo, pero no sólo de los más pobres, sino de grupos sindicales, sectores empresariales e incluso de las Fuerzas Armadas.
-¿Qué debe hacer el Estado en ese caso?
-Garantizar que la seguridad de la nación, la seguridad personal, la infraestructura, la salud y la educación, sean la gran prioridad. Así, la producción de bienes y servicios les corresponderá a los particulares, nacionales e internacionales. Pequeños, medianos y grandes. El objetivo del Capitalismo Popular, a diferencia de otras experiencias, es la creación de una sociedad de propietarios. Que esos 6 millones de personas que están en la economía informal accedan a la economía formal. Eso se logra derribando barreras y es tarea que le corresponde al Estado. Una manera de hacerlo es reduciendo los costos de bancarización, dando oportunidades de formación técnica y aporte de capital. Venezuela está de sexta entre los países de peor emprendimiento. Existe vocación de crear, pero careces del acompañamiento institucional para consolidar una empresa exitosa. ¿Por qué el Estado fabrica celulares, administra areperas, cemento, centrales azucareras y no cumple su función esencial de garantizar el orden, la seguridad y los servicios esenciales? No se trata de aliviar la pobreza, sino de superarla y esto se logra con empleo productivo y privado, es decir, promoviendo la creación de empresas.
Fuente: El Universal (Venezuela)
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