Tragamonedas carbonizados tras la masacre en el Casino Royale de Monterrey.

Estos últimos hechos violentos en Monterrey son una llamada de atención para todos. Sin ser alarmistas, mañana pueden llegar al cine, la alameda, a una iglesia o una escuela, con tal de atemorizar a las personas y hacernos saber que son más fuertes que el Estado mexicano.

Ya no se trata de que sólo venden droga o se matan entre ellos, o si hay un herido o muerto por enfrentamientos entre criminales y autoridades, se trata de un ataque directo a la ciudadanía, una ciudadanía que cada día se siente más desprotegida, abandonada, traicionada.

Los hechos de Monterrey no son los únicos, antes ya habían lanzado una granada en pleno grito de independencia en Morelia, un ataque al estadio Corona, entre muchos otros actos similares e igual de salvajes y aberrantes que los suscitados en el casino de Monterrey.

En las redes sociales se percibe la ira, la impotencia, la rabia, se siente cómo los mexicanos que queremos un mejor país parece que tenemos las manos amarradas, nada peor que eso, ver que suceden las cosas y no poder hacer nada, ir a casa pensando “lo bueno es que no me tocó a mí, espero librarla mañana”. Es verdad, las tenemos amarradas.

Podremos culpar a los gobiernos y ahí descargar toda la ira contenida. Dejemos de culpar y empecemos a exigir. Necesitan darse cuenta que no queremos luto, queremos justicia; que no queremos discursos, queremos libertad; que no queremos pleitos banales entre partidos, sino unión y comunión entre ellos y nosotros. No queremos la bandera a media asta, la queremos hasta arriba, porque estamos de pie. La derrota de nuestros gobernantes no es la nuestra, nunca trabajaron en unión con nosotros.

Debemos hacerles entender que en este país es puro cuento eso de que no pasa nada, deben abrir los ojos y ver que sí suceden cosas, que hay hombre y mujeres partiéndosela por su familia, que hombres y mujeres quieren un mejor país, que Petra la de la esquina quiere salir adelante con sus dos hijos, que Juan el obrero quiere un mejor futuro para sus hijos.

Muertos aquí, muertos allá, balaceras aquí, balaceras allá, huérfanos aquí, huérfanos allá, padres desconsolados aquí y también por allá, y todavía dicen que no pasa nada.

Los hechos de Monterrey, mejor dicho, son una llamada de atención para las autoridades, nosotros cumplimos con nuestra parte, es momento que cumplan con la suya. Todos somos Monterrey, también Laredo, Cd. Juárez, Torreón, Michoacán, todos somos México

Lástima, no tengo un fusil para defenderme ni dinero para irme a San Antonio, tampoco para guaruras o autos blindados, soy como la mayoría de los mexicanos, eso sí me gusta, somos mayoría y tenemos voz y podemos alzarla tan alto como queramos y no pedir un “YA BASTA”, no, no, un grito más mexicano como un “YA ESTUVO BUENO, CABRONES”.

Fuente: Epicentro (Mexico)